Recuerdo cuando éramos novios, cuando llevábamos meses saliendo: la pasión, la emoción, esas mariposas en el estómago, la incertidumbre… nos encantaba pasear de la mano, hablar por teléfono, cuando no estábamos juntos, horas y horas.
Pasaron los años, nació nuestra primera hija. Y el Amor inundó la sala de partos y nuestras vidas. Pero el vínculo de dos, se hizo tres, y esa rotura en el vínculo de dos dolió.
Yo no quería defraudar a nadie, ni amar menos a nadie (es decir, yo quería complacer a todos menos a mí misma). Leí que debía estar disponible para mantener relaciones sexuales con mi pareja lo antes posible: los ejercicios de suelo pélvico, intentar dormir para recuperar la líbido, perder peso para lucir atractiva… pero me costó dos años y algunos meses el sentir de nuevo las ganas de estar con él. Todo lo que hice antes era un esfuerzo, no salía de mí. Recuperadas las ganas, recuperé el placer. Read More